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La libertad

DERECHOS HUMANOS

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La Libertad

¿Qué es la libertad? Es otra de esas palabras o conceptos que usamos muchísimo. Nos encanta saber que somos libres para pensar, para viajar, para ser quiénes y cómo queremos ser y para amar a quienes queramos amar; para elegir a quienes nos gobiernen, expresar nuestras ideas según nuestras convicciones, adorar -o no- a un dios o simplemente vivir en paz. La libertad nos permite elegir vivir bien pero también elegir no hacerlo. Supone la posibilidad de estar de acuerdo con alguien y también de estar en desacuerdo con otras personas por no pensar igual. Eso significa ser libre.

Este concepto parece simple, aunque resulta bastante más complicado si lo pensamos más a fondo y en relación con otras personas. ¿Realmente podemos siempre pensar o hacer lo que nos plazca? En nombre de nuestros deseos, ¿somos capaces de hacer cualquier cosa aún cuando esto pueda afectar o limitar los derechos y la capacidad de acción de otras personas? No necesariamente es así de extremo. Entonces, la libertad no es poder hacer cualquier cosa, sino hacer lo que quieras, siempre que no afectes ni límites los derechos de los otros. Elegir hacer algo no significa que lo vayas a conseguir pero se trata de que tengas la posibilidad de elegir. Lo que no se puede elegir es ser libre, porque es algo que va con nosotros. Eso es una obligación que tenemos nosotros … con nosotros mismos.

La libertad es un derecho humano básico. Y también es un valor. Supone una serie de condiciones necesarias que nos ayudan a ser realmente libres: autenticidad, información, respeto, empatía, tolerancia. Todos ellos recursos que contribuyen a que podamos elegir qué hacer y cómo hacerlo. Se trata de hacer lo que cada persona quiera pero también implica asumir —de manera responsable— las consecuencias de nuestros actos. Precisamente, el ejercicio de la libertad supone que cada persona desarrolla una conciencia propia, basada en su conocimiento del mundo, para poder asumir las consecuencias de lo que piensa, dice o hace, respetando siempre a que las y los demás no estén de acuerdo o no quieran compartir lo que uno piensa.

La libertad tiene dos dimensiones que en la filosofía denominan como “libertad de” y “libertad para”. 

La primera, “libertad de”, se refiere a la ausencia de los límites externos que pudieran, en manera arbitraria o caprichosa, restringir nuestra capacidad de decidir o hacer. Por ello, los Estados democráticos basan su actuación en la ley, que debe ser siempre objetiva y neutral y que, además, permita tratar de la misma manera a todas las personas. En ese sentido, al someternos al “imperio de la ley”, evitamos los peligros e inconvenientes derivados del uso arbitrario del poder. Algunos filósofos, como Locke o Rousseau, consideraban que solamente de esta manera, sometiéndose a la ley, podíamos lograr la libertad.

SABÍAS QUE…

El filósofo italiano Norberto Bobbio solía decir que: “La libertad es antigua pero sus problemas son siempre nuevos, renovándose continuamente como respuesta a las siempre nuevas formas de opresión que aparecen en el horizonte de la historia” (1993: 137—138).

La segunda, la “libertad para”, se refiere a nuestra capacidad de hacer, de actuar, de tener control sobre nuestras vidas y realizar nuestras metas o sueños. Este tipo de libertad puede verse afectada, ya no por los límites legales o restricciones arbitrarias impuestas por alguien sobre nosotros, sino por las condiciones de vida en las que nos encontramos. Si somos pobres, si vivimos en las afueras de una ciudad muy grande, si no pudimos estudiar y tener acceso a un trabajo remunerado o tenemos algún problema de salud, nuestras oportunidades de ser libres se verán limitadas.

De ahí que adquiera sentido que la libertad se defina como “las relaciones de interacción entre personas o grupos, es decir, al hecho de que un actor deja a otro actor en libertad de actuar en cierto modo” (Oppenheim, 1991: 904—909). 

Esta supone la posibilidad de elegir hacer o no hacer algo, de elegir entre z o b, siempre teniendo en cuenta el respeto a las ideas y sentires de los demás y al derecho de los demás de querer hacer o sentir otra cosa. 

El respeto al otro es fundamental y eso supone diálogo, conocimiento mutuo, deliberación en torno a ideas y el desarrollo de la capacidad de entender el modo en que nuestros actos —y dichos— afectan a las otras personas. Respetar supone poner a la otra persona por encima de mis propios intereses y necesidades y aceptar que los demás puedan hacer cosas que no sean lo que nosotros y nosotras queremos. 

EN RESUMEN

  • La libertad es la capacidad humana de actuar por voluntad propia, sin que se le imponga la dirección o manera de tomar y ejercer sus decisiones. 
  • Los seres humanos debemos contar con la “libertad de” (la libertad negativa) que implica no estar presionados o coaccionados para actuar de una determinada manera, y con la “libertad para” (libertad positiva) que significa tener la capacidad de actuar conforme a las decisiones y preferencias propias.

¿QUÉ SIGNIFICA SER LIBRE?

La situación particular de cada persona afecta entonces las posibilidades que uno tiene de ser libre: el vivir en la ciudad o en el campo, ser rico o pobre, ser hombre o mujer, estar sano o tener algún problema de salud, son solo algunos factores que pueden limitar nuestra capacidad de elegir libremente qué vida queremos llevar. Para una sociedad democrática es importante que estos elementos no tengan un peso decisivo en las vidas de las personas, que no les restrinjan y no les impidan desarrollarse plenamente. Ser libre se refiere normalmente a las características de las personas. Una persona es libre en la medida en que está dispuesta a actuar autónomamente y, actuar libremente, es una manera de autorrealizarse.

Las personas vivimos en comunidades. Constantemente nos relacionamos con otras personas: con la familia, las amistades, colegas y compañeros, con quienes pertenecen a nuestra sociedad. En este contexto de interrelaciones y conexiones constantes, el ejercicio de la libertad por cada quien implica —o, al menos, puede implicar— afectaciones positivas o negativas a otras personas. Es por ello que gozar de la libertad implica también responsabilidad. Respondemos sobre lo que hemos elegido. De ahí que tenemos que asumir las consecuencias por nuestras decisiones y acciones. La libertad nunca es absoluta. Su ejercicio supone compromisos, responsabilidades y respeto hacia los derechos de las demás personas.

SABÍAS QUE…

Fernando Savater : ¿Qué significa ser libre?

Fundación Libertad

21 de julio de 2020.

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El ejercicio de la libertad supone, entonces, cierto grado de madurez y el reconocimiento de que vivimos en un mundo y en una sociedad complejas que imponen a todas y todos nosotros ciertas limitaciones de naturalezas distintas. Nuestra libertad, entonces, está en alguna medida afectada o restringida por las condiciones en las que nacemos y en las que vivimos. La idea de la libertad está, por ello, vinculada con el ideal de la igualdad: se trata de que todas las personas seamos iguales en nuestra libertad o que podamos ejercerla en condiciones de igualdad.

EN RESUMEN

  • La libertad es la capacidad humana de actuar por voluntad propia, sin que se le imponga la dirección o manera de tomar y ejercer sus decisiones.
  • El ejercicio de la libertad implica asumir la responsabilidad por los actos propios y las consecuencias de estos para una o uno y para otras personas.

LA LUCHA POR LA LIBERTAD COMO CONQUISTA DE LA HUMANIDAD

La conquista de la libertad no ha sido una tarea sencilla sino que ha significado siglos de luchas, guerras y conflictos. Las personas han luchado incluso con su vida para evitar la servidumbre, la esclavitud y la opresión. Esta no es una cuestión menor. Se trata de entender que no es algo dado sino que es una conquista cotidiana. Es algo que debemos cuidar todos los días. No es algo dado sino que puede perderse de un momento a otro.

Comprender esto nos ayudará a protegerla y a estar siempre atentas y atentos sobre la necesidad de preservarla y garantizarla. De ahí que trabajar por la libertad suponga nuestro compromiso diario, individual y colectivo, de ejercer nuestros derechos, defenderlos mediante vías lícitas y vivir las libertades de manera responsable (Conde Flores et al., 2015: 77).

Históricamente, la lucha por la libertad comienza con el desarrollo de la polis griega. La acepción política de la libertad es por tanto su significado más antiguo y, al mismo tiempo, más amplio. La polis de Atenas se integraba por personas ciudadanas que eran “libres” (que al inicio sólo incluía a los nobles y a los agricultores y, por supuesto, en ese momento no incorporaba a las mujeres), que se daban leyes y se reconocían mutuamente como iguales, tenían sus propias instituciones y gobernantes y sólo aceptan sus leyes y su autoridad (Greven, 2006: 829). De ese modo, la libertad política quedaba restringida a la polis, era sólo entre los ciudadanos, es decir, era un privilegio entre hombres que tenían propiedades. Según Hannah Arendt (1993), la libertad política en la era antigua suponía autonomía material y tiempo libre.

SABÍAS QUE…

Habeas Corpus Act [Acta del Habeas Corpus] es una ley del Parlamento de Inglaterra durante el reinado del rey Carlos II, que fue aprobada para definir y fortalecer la antigua prerrogativa de habeas corpus, que requería que un tribunal examine la legalidad de la detención de un preso y así evitar el encarcelamiento ilegal o arbitrario.

La ley establecía ciertas condiciones temporales y geográficas bajo las cuales los presos tenían que ser llevados ante los tribunales. A los carceleros se les prohibió trasladar a los presos de una prisión a otra o fuera del país para evadir la orden judicial. En caso de desobediencia, los carceleros serían castigados con severas multas que debían pagar al prisionero.

Tuvieron que pasar más de 2000 años para que el concepto de libertad se convirtiera en un elemento legitimador para quienes querían hacer cambios sociales o políticos. La Revolución inglesa del siglo XVII, la primera revolución burguesa—liberal de la historia, buscó dar cuenta de que el poder estaba en los pequeños propietarios burgueses en el Parlamento y no en la alta nobleza ni en la monarquía (Caminal Badía, 1996: 90). En 1679 los ciudadanos ingleses disfrutaban del Habeas Corpus Act por el cual el individuo quedaba protegido legalmente ante detenciones arbitrarias y también como fundamento de las libertades personales —”My home, my castle” (“mi casa, mi castillo”)—.

Años después, en 1689, esas ideas liberales se plasmaron en la Bill of Rights [Declaración de Derechos], redactado por el Parlamento inglés para recordar las obligaciones y los deberes respectivos del Rey y el Parlamento. El documento era claro en relación a que: a) el Rey no puede crear o eliminar leyes o impuestos sin la aprobación del Parlamento; b) el Rey no puede cobrar dinero para su uso personal, sin la aprobación del Parlamento; c) es ilegal reclutar y mantener un ejército en tiempos de paz, sin aprobación del Parlamento; d) las elecciones de los miembros del Parlamento deben ser libres; f) las palabras del Parlamento no pueden obstaculizarse o negarse en ningún otro lugar y g) el Parlamento debe reunirse con frecuencia.

La Declaración de Derechos permite al Parlamento limitar los poderes de la nobleza, y en cuanto a la Iglesia, promulga la Toleration Act [Ley de Tolerancia] en mayo de 1689, que concede libertad religiosa a los católicos y protestantes, la libertad de culto público, el derecho a abrir escuelas y el acceso a todas las funciones públicas.

SABÍAS QUE…

La Declaración de Derechos constituye uno de los precedentes inmediatos del preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776); la revolucionaria Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) y la internacional Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).

La influencia de Jean Jaques Rousseau (1762) fue clave para vincular la idea antigua de libertad de la polis griega —en relación a una legislación y un gobierno propio— con los conceptos modernos de contrato social y del derecho natural. Después de la Revolución Francesa de 1789 la idea de libertad se convirtió en una fuente de legitimación de cualquier poder, de cualquier régimen o gobierno que pretenda realizar cambios al status quo (Greven, 2006: 829). En nombre de ella, muchos lucharon y hasta perdieron la vida.

SABÍAS QUE…

John Stuart Mill nació en Londres el 2 de mayo de 1806. Escribió una obra clave para entender qué es la libertad, a la que denominó On liberty [Sobre la libertad] (1859). En esta obra Mill resaltaba la importancia de la individualidad y de la libertad individual y sostenía que, en una democracia, el gobierno debe enfrentar límites a su poder, para que no pueda afectar negativamente a la libertad individual. Para Mill, la libertad individual es fundamental y debe ser respetada lo más ampliamente posible, por lo que “La única parte de la conducta de cada uno por la que él es responsable ante la sociedad es la que se refiera a los demás. En la parte que concierne meramente a él, su independencia es, de derecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y espíritu, el individuo es soberano”.

Liberalismo — John Stuart Mill — Filosofía Utilitarista.

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EN RESUMEN

  • La libertad es un concepto antiguo que fue evolucionando y se ha convertido en una conquista de la humanidad.
  • La libertad es la idea que considera que las personas deben ser autónomas, ser agentes de sus propias vidas y deben, entonces, poder tomar sus propias decisiones para vivir la vida como mejor les parezca.

La libertad individual como objetivo de la democracia

Cómo se desarrolló en el Módulo 1, la libertad, la igualdad y la autorrealización son valores que la democracia pretende que puedan realizar cada ciudadano y ciudadana. Nos interesa aquí volver a la noción de la libertad como un valor esencial de la democracia. El objetivo de la democracia es procesar las diferencias de tal manera que permita una convivencia pacífica y satisfactoria para todas y todos. De ahí que sea clave reconocer la diversidad. Para que esto ocurra, cada persona debe poder expresar, pensar y actuar siguiendo sus principios. El plurarismo considera que esa diversidad de posturas, opiniones, preferencias, valores, identidades o ideologías no es algo negativo, sino que, al contrario, es un fenómeno que enriquece nuestras sociedades. Por el contrario, la diversidad es una postura que reconoce el valor y la importancia de las diferencias que existen entre las personas (como idioma, religión, cultura o tradiciones) y que respeta que en una democracia esa diversidad es consustancial a la esencia misma de la democracia. Precisamente, en un sistema democrático, la libertad es necesaria para que las personas puedan expresar las diferencias de ideales, preferencias, creencias y actitudes propias de las sociedades plurales y diversas.

Con frecuencia ciertas posturas o valores se vinculan a algunas características de las personas, generando comunidades y sociedad altamente complejas, plurales y diversas. La pluralidad de experiencias, miradas y voces es lo que hace nuestras sociedades tan valiosas y les permite un desarrollo cultural y económico pleno. También por eso pretenden que la pluralidad y diversidad se reflejen en los espacios de discusión y toma de decisiones públicas. Hay veces que algunas personas o grupos no respetan o les molesta la libertad de pensamiento o de acción de los otros. Incluso, en sistemas democráticos, puede haber situaciones que violentan a quienes son libres de pensar y hablar.

SABÍAS QUE…

“No hay idea que valga una vida”

El atentado terrorista que se dio en París, el 7 de enero de 2015, contra la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hebdo y que causó doce muertos y cuatro heridos graves es un ejemplo de cómo, en democracia, puede haber violencias mortales en contra de la libertad de opinión y de expresión. También es un ejemplo de cómo aún hoy existen manifestaciones de fanatismo que puede provocar la interpretación dogmática de cualquier creencia religiosa. De este modo, siempre puede haber gente que use la violencia para imponer su manera de pensar o, en su caso, para silenciar a otres.

Las reacciones nacionales e internacionales de condena contra este ataque terrorista no se hicieron esperar y durante varios meses el mundo vivió bajo la idea de “Je Suis Charlie” (“Yo soy Carlos”), como parte del rechazo a cualquier forma de violencia o de terror contra la libertad de pensamiento, de creación, de expresión o de manifestación. 

Las sociedades democráticas celebran entonces la pluralidad y la diversidad, la libertad, la igualdad y la tolerancia, por lo que no pretenden uniformar a todas las personas y despojarlas de las características que las hacen únicas y diferentes frente a los demás. También luchan para defender a la comunidad del ataque de los extremistas o de quienes cometen delitos de odio. Lo que sí pretenden hacer las democracias es reducir las desigualdades que impiden a las personas la realización de sus derechos de autodeterminación. Para ello, junto a la libertad se necesita la igualdad civil (en los derechos civiles), la igualdad política (en los derechos políticos), la igualdad liberal (en los derechos de libertad) y la igualdad social (en los derechos sociales).

EN RESUMEN

La democracia como un ideal supone una serie de valores y principios como

  • El ejercicio de la libertad
  • El ejercicio de la igualdad
  • La posibilidad de autorrealización personal

FORMAS EN LAS QUE SE MANIFIESTA EL EJERCICIO DE LA LIBERTAD

Existen diferentes manifestaciones de ejercer la libertad y, entre las más relevantes, se encuentran las siguientes:

  • La libertad de pensamiento y de conciencia es aquella que cada persona tiene para construir sus propias ideas sobre cómo son las cosas, respecto a otras personas, la comunidad y el poder. Implica que cada uno de nosotros nos informemos y creemos nuestra propia posición respecto a temas conflictivos y sobre cómo queremos interpretar lo que ocurre en nuestro entorno.
  • La libertad de información y de expresión es la capacidad que tenemos de difundir ideas, información, formas de analizar los datos, de generar explicaciones sobre las cosas e ideas a través de la generación de marcos de análisis (frames) por distintos medios, ya sean impresos, electrónicos, a través de acciones no convencionales y formas de participación política.
  • La libertad de credo o culto tiene que ver con que cada persona pueda decidir en qué creer y a quién adorar. Supone dos dimensiones: la libertad de conciencia y la libertad religiosa. La libertad de conciencia se refiere al derecho del individuo de tener o adoptar una religión o las creencias de su opción. La libertad religiosa se refiere a la decisión de manifestar la religión o las creencias que uno tenga mediante un culto, la celebración de ritos y sus prácticas. Este derecho supone la decisión de cada uno de creer en un dios, en varios dioses y diosas y ejercer públicamente esas creencias.
  • La libertad de circulación o tránsito tiene que ver con la posibilidad de movernos de un lado a otro sin que nadie nos pregunte adónde vamos y, mucho menos, que nos limiten la circulación. Supone poder viajar, movernos por el país, irnos a otros países e incluso cambiar de residencia sin darle explicación a ninguna autoridad ni a ninguna persona.
  • La libertad de asociación y reunión supone la oportunidad de organizarnos con otras personas para defender nuestras ideas, para conversar sobre ellas, para convencer a otras sobre esas ideas e incluso para realizar acciones que puedan impulsarlas. Existen múltiples maneras de organizarnos, ya sea en un partido político, en una asociación sindical, en un movimiento social. Cada una de esas formas tienen cualidades diferentes pero lo más importante es que la ley nos garantiza que podamos reunirnos para defender nuestros derechos y para movilizarnos reclamando que esos derechos se cumplan.
  • La libertad de privacidad (protección de datos personales) tiene que ver con el derecho a mantener en privado nuestra vida personal, sin que nadie pueda entrometerse en el modo en que vivimos ni tampoco con la información de nuestra familia. Uno puede elegir hacer público sus datos personales pero también puede no hacerlo. De ahí que las leyes protegen nuestros datos personales y ninguna autoridad o tercera persona puede entrometerse ni usar nuestra información.
  • La libertad sobre nuestra identidad, imagen y forma de ser sin discriminación, tiene que ver con nuestra decisión ser como queramos ser, de tener la imagen, el cuerpo y nuestra personalidad sin pedir permiso a nadie ni sentirnos condicionados por nadie.
  • La libertad de votar y ser votado es la posibilidad de elegir participar en la vida pública de tu ciudad, tu estado o tu país. Se trata de expresar tu opinión para elegir a tus autoridades y también sobre cómo quieres que sean las políticas públicas que se van a impulsar desde el Estado.

EN RESUMEN

  • Con el paso del tiempo se han podido identificar diferentes tipos de libertades que van desde el ser uno mismo a poder expresarnos, reunirnos, conducirnos y organizarnos para defender nuestros derechos.
  • El ejercicio de todas estas libertades —al igual que pasa con los derechos humanos— es interdependiente. Es decir, necesitamos gozar de todas las libertades para poder ejercer cualquiera de ellas de manera plena.

¿QUÉ PASA SI NO HAY LIBERTAD?

La libertad es fundamental para la existencia de la democracia. Desde la antigüedad está considerado un valor inseparable del sistema democrático ya que permite la expresión de la diversidad y pluralidad de voces, opiniones, experiencias e intereses. Solamente un ambiente de esa naturaleza permite a las personas desenvolverse libremente en todos los ámbitos de la vida, incluyendo la vida pública y política. Como puedes imaginar, entonces, la ausencia de libertad implica que no hay democracia ni respeto a los derechos humanos. De ahí que la libertad sea uno de los pilares del sistema democrático. Es un sistema político donde las personas pueden elegir a sus gobernantes.

SABÍAS QUE…

Madeleine Albright es una política estadounidense, nacida en Praga, en la actual República Checa, el 15 de mayo de 1937. Fue la primera mujer en convertirse en secretaria de Estado de los Estados Unidos (1997—2001), después de haber sido su embajadora en las Naciones Unidas (1993—1997).

Su familia huyó primero de los nazis, pasando la Segunda Guerra Mundial en Inglaterra. Más tarde, después de su regreso a Checoslovaquia, se vieron obligados a huir por una segunda vez, en esta ocasión de la represión comunista.

En los Estados Unidos, Madeleine Albright estudió Ciencia Política y, en su vida adulta, fue periodista y académica, para incorporarse al servicio público en el Departamento del Estado (equivalente a un ministerio de relaciones exteriores). En su carrera, Albright se ha dedicado a promover los valores democráticos y los derechos de mujeres y niñas alrededor del mundo.

Recientemente publicó el libro Fascismo: una advertencia, en el que anticipa los peligros que enfrentan, en la actualidad, las democracias en el mundo y, con ellas, nuestras libertades.

A pesar de la relevancia de esta relación entre libertad y democracia, la historia de la humanidad se ha caracterizado por la presencia de líderes y gobiernos que han buscado imponer formas de ser y de hacer las cosas, que no han aceptado a las personas que piensan de manera distinta a ellas y que no han dejado a las personas vivir en libertad. El fascismo, el nazismo, el castrismo y otras dictaduras militares por todo el mundo (como la de Birmania o las del Cono Sur en América Latina) han ejercido formas de dominación que le han arrebatado la libertad a sus pueblos. Como ya vimos en los Módulos anteriores, a esos sistemas políticos donde no hay libertad se les denomina como sistemas autoritarios o sistemas totalitarios y se caracterizan por:

  • La concentración del poder en pocas personas (un único líder, un grupo, una organización, un partido);
  • La personalización de la autoridad (efectiva como simbólica);
  • Un acceso arbitrario, difícil, selectivo a los medios y recursos públicos;
  • La adopción sistemática de decisiones públicas a favor de un mismo grupo;
  • La inestabilidad de las normas legales y la arbitrariedad en su interpretación.

SABÍAS QUE…

Aung San Suu Kyi (conocida como Suu Kyi) es una política birmana que fue apresada durante 21 años en arresto domiciliario en su casa por oponerse a la dictadura militar de su país. A ella le dieron la posibilidad de irse y exiliarse —y no regresar nunca a su tierra— pero prefirió quedarse con su gente y luchar contra la opresión y el autoritarismo.

Hija de Aung San —quién había fundado el Ejército Birmano Moderno, había negociado en 1947 la independencia de Birmania del Imperio Británico y además había sido asesinado por su principal opositor en el proceso de emancipación—, Suu Kyi estaba convencida de que “ya que vivimos en este mundo, debemos hacer lo mejor que podemos por él”.

Ella ganó el Premio Nobel de la Paz e inspiró con sus ideas y sus comportamientos en la lucha por la libertad. ¡Y lo hizo sin salir de su casa! Tras su liberación, fue electa lideresa de su país en marzo de 2016.

Las democracias pretenden lograr que las pluralidades estén visibles en diversos ámbitos, por ello protegen las libertades de todas las personas. Cada quien debe poder pensar, expresarse y actuar en libertad, sin mayores restricciones que aquellas necesarias para lograr una convivencia pacífica en la sociedad y no lastimar a nadie. Esto implica también la posibilidad de que las personas que así lo deseen se organicen para participar en la vida política a través de los partidos o asociaciones de sociedad civil. La libertad así entendida es, al mismo tiempo, el ideal democrático y un valor que permite su existencia. Su objetivo también es dual, ya que protege a las personas en lo individual como a los grupos o asociaciones de personas, garantizando su autonomía. Sin libertad y sin pluralismo e individualismo que proteger, la democracia se convierte en una tiranía… y muere.

EN RESUMEN

  • Es imposible una democracia sin personas libres, que dicen lo que piensan, que se atreven cada día a defender sus ideales y que luchan por ellos. De ahí que la libertad sea una clave sustantiva para vivir en democracia.
  • La libertad de expresión, de opinión, de asociación, de circulación son propiedades básicas de una democracia saludable.
  • El respeto a la pluralidad es indispensable para el funcionamiento de las democracias. Pero la expresión de las diferencias y diversidades solamente se puede dar en ciertos ambientes de tolerancia, apertura y aceptación, en donde las sociedades valoran y respetan la libertad de todas y todos.
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