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¿Por qué mueren las democracias?

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 ¿POR QUÉ MUEREN LAS DEMOCRACIAS?

Las democracias no mueren. Al menos no lo hacen de golpe. Algunas se van debilitando lentamente. La gente se desencanta con la democracia porque espera que ella le resuelva sus problemas básicos: que todos tengan un buen salario, que la atención médica sea gratuita y de buena calidad, que las escuelas sean públicas, gratuitas y de excelencia, que no haya desigualdades excesivas ni pobreza… Como sabemos esto es difícil, porque la democracia no es un gobierno que toma decisiones. La democracia es el sistema político (o el régimen político) donde los gobiernos (y la ciudadanía) pueden tomar decisiones. Esas decisiones pueden ser buenas o malas y aunque las democracias cuentan con mecanismos que deben encaminarnos hacia las buenas decisiones, estos mecanismos no nos impiden tomar malas decisiones. De ahí que las democracias llegan a ser vistas como ineficientes o incapaces de resolver los problemas de la sociedad. 

Cuando eso sucede, las democracias entran en crisis. Las personas dejan de votar y participar, empiezan a desconfiar de los representantes, políticos y partidos, pero también de los medios de comunicación y, en general, de las instituciones. El pluralismo y la diversidad dan pie al surgimiento de las divisiones sociales; muchos consideran que el gobierno no les representa y no trabaja a favor de la sociedad. Empieza a haber movilización en contra del gobierno, el gobierno recurre al uso de la fuerza para mantener el orden… y la crisis se dispara, como pasó en Chile en los últimos meses de 2019. 

En otro escenario, las elecciones las gana una fuerza política que se opone fuertemente al gobierno en turno y promete regresar el poder al pueblo y resolver prontamente todos sus problemas. Una vez en el poder, el nuevo gobierno, poco a poco empieza a implementar cambios en las reglas electorales o aquellas encaminadas a mantener el control ciudadano sobre el poder o el sistema de pesos y contrapesos, desmantelando algunos de los fundamentos de la democracia. Algunos opositores protestan, pero nadie les cree, porque está claro que la única razón por la que protestan es su propio interés en conquistar el poder, además de que ahora el gobierno por fin hace cosas buenas por la gente… y la democracia desaparece, como sucedió, recientemente, en Hungría, Polonia, Turquía, Venezuela y Bolivia. 

¿Es este futuro inevitable? ¿Las democracias están destinadas a fracasar? Para poder contestar esas preguntas, debemos regresar al punto de partida, a nuestra primera pregunta: ¿qué es una democracia? ¿Es sólo un mecanismo de toma decisiones del que no deberíamos esperar demasiado? ¿O quizá es algo más? La respuesta a estas preguntas, como vimos, pueden ser diversas, aunque no necesariamente excluyentes. La democracia es, al mismo tiempo, muchas cosas: un procedimiento, una cultura y un ideal. Solamente entendiendo y asumiendo esas tres partes podemos comprender la fuerza y la vitalidad de la democracia. 

La democracia entendida como procedimiento nos permite cambiar los gobernantes pacíficamente, sin derramamientos de sangre. Quizá puede parecer poca cosa, pero si reflexionamos sobre la historia de la humanidad que ha sido, en una gran medida, la historia de las guerras y revoluciones sangrientas, fue la democracia procedimental  la que nos ha dado períodos de paz y estabilidad más largos de la historia. Cuando los políticos saben que sus victorias o derrotas electorales son temporales, porque en cuatro, cinco o seis años tendrán una nueva oportunidad de competir y ganar, no tienen incentivos para recurrir al uso de la fuerza, lo que permite la estabilidad de la democracia. Además, las democracias no suelen entrar en guerra con otras democracias, lo que evita conflictos armados por cuestiones territoriales o económicas.

Ya sabemos que el procedimiento democrático debe cumplir con ciertas características y que no cualquier elección amerita el adjetivo de democrática. Eso nos conecta con las otras formas de entender la democracia: las elecciones necesitan de libertad, pluralidad de ideas y de una ciudadanía activa. La ciudadanía, para ser activa, necesita de bienestar, igualdad e inclusión. Como decía Giovanni Sartori, un importante politólogo italiano: “lo que la democracia sea no puede separarse de lo que la democracia debiera ser. Una democracia existe sólo mientras sus ideales y valores la crean” (Sartori, 1987: 26). Por  ello, para  sobrevivir, la democracia  requiere  cumplir con una serie de elementos sin los cuales no sería democracia: ciudadanía activa, bienestar, pluralidad de ideas, igualdad e inclusión.

LA CONFIANZA Y LA DEMOCRACIA

TedTalk de Ivan Krastev. Video de junio del 2012. Audio en inglés, con subtítulos en español, 13’57’’.

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EN RESUMEN 

  • Las democracias no mueren pero se pueden ir desgastando poco a poco. A veces este desgaste puede ser lento y apenas perceptible. 
  • La democracia es un sistema político que se construye a diario, que requiere de constante participación y compromiso de la ciudadanía. Sin este compromiso y dedicación, las democracias se desgastan y pueden convertirse en otros regímenes políticos.

¿PUEDE HABER DEMOCRACIA SIN DEMÓCRATAS? LA DEMOCRACIA NECESITA CONFIANZA Y CIUDADANÍA ACTIVA

La democracia es imposible sin demócratas, es decir, personas comprometidas con la democracia. Imagínate que estuvieras jugando al fútbol y los otros miembros del equipo no quisieran pasarse la pelota, se quedaran de pie sin correr por la cancha ni intentarán meter goles. Esto es algo parecido. La democracia requiere de ciudadanos y ciudadanas que crean en la democracia, que compartan sus valores, que usen el diálogo como una manera de resolver los problemas y que participen activamente para que su voz sea escuchada y sus demandas atendidas.

Los demócratas somos tolerantes con quienes piensan distinto; somos los que respetan las opiniones de los demás y somos solidarios con las demás personas. Sentimos empatía con los demás y podemos entender las injusticias y luchar contra ellas aunque no nos afecten directamente. Los demócratas luchamos porque todas las personas puedan vivir, decidir y opinar en libertad, decidir sobre cómo vivir, qué estudiar, dónde trabajar, por qué partido votar y a quién amar. Los demócratas reconocemos el valor de las personas más allá de las semejanzas o diferencias que tengas con nosotros mismos.

EN RESUMEN

  • Una ciudadanía activa que profese los valores democráticos es indispensable para que las democracias funcionen y sobrevivan. 
  • El ejercicio de la ciudadanía democrática se da no solamente en las elecciones y a través de los mecanismos formales (como el voto,  o la militancia partidista), sino en las maneras en la que nos relacionamos con los demás cotidianamente.

¿PUEDE HABER DEMOCRACIA SIN BIENESTAR COMÚN? LA DEMOCRACIA NECESITA BIENESTAR

La democracia es un sistema político que se basa en la participación de todas las personas. Esa participación debe darse en condiciones de libertad e igualdad, no sólo formal (prevista por la ley), sino real (de oportunidades efectivas). Para que eso sea realidad, las personas necesitan de ciertas condiciones de vida, que les permitan satisfacer sus necesidades, realizar su plan de vida y participar en la vida social, cultural y pública de las sociedades.

Las democracias buscan mantener un frágil equilibrio entre dos perspectivas. Por un lado, no buscan eliminar todas las diferencias que existen entre los individuos, pues el respeto a la pluralidad y diversidad es fundamental para una sociedad democrática. Por otro lado, tienen la obligación de aminorar las desigualdades de riqueza y estatus, que pueden poner en peligro a la democracia cuando se vuelven demasiado extremas. Sobre ello, Rousseau decía que nadie debe ser lo suficientemente rico como para poder comprar a los demás, ni nadie suficientemente pobre como para querer venderse.

Las diferencias profundas que afectan las capacidades de las personas de acceder a la educación, a la información, a los recursos que permiten influir en las elecciones y decisiones políticas y en la opinión pública no pueden ser aceptadas en una democracia. Cierto nivel de bienestar social y material que permita llevar una vida razonablemente sana y activa, de formación y educación que dan pie a la comprensión de los procesos sociales y políticos, son indispensables para que las personas puedan participar en la sociedad en pie de la igualdad.

Los gobiernos democráticos tienen la obligación de construir la igualdad y el bienestar. Su papel en ello es clave, pues las leyes y las políticas públicas definen las oportunidades reales que las personas tienen para alcanzar el bienestar. Por supuesto, no se trata de que el gobierno controle por completo la actividad económica y laboral de la sociedad, sino de que se asegure que las necesidades básicas de la ciudadanía sean satisfechas, para que todas las personas puedan ejercer fructíferamente sus derechos y libertades.

¿PUEDE HABER DEMOCRACIA SIN LIBERTAD? LA DEMOCRACIA NECESITA PLURALIDAD DE IDEAS

La libertad es fundamental para la existencia de las democracias. Desde la antigüedad está considerado un valor inseparable del sistema democrático ya que permite la expresión de la diversidad y pluralidad de voces, opiniones, experiencias e intereses. La pluralidad es indispensable para el funcionamiento de las democracias. Pero la expresión de las diferencias y diversidades solamente se puede dar en ciertos ambientes de tolerancia, apertura y aceptación, en los contextos de las sociedades que valoran y respetan la libertad de todas y todos. Solamente un ambiente de esa naturaleza permite a las personas desenvolverse libremente en todos los ámbitos de la vida, incluyendo la vida pública y política.

Las democracias pretenden lograr que las pluralidades estén visibles en diversos ámbitos, por ello es que protegen las libertades de todas las personas. Cada quien debe poder pensar, expresarse y actuar en libertad, sin mayores restricciones que aquellas necesarias para lograr una convivencia pacífica en la sociedad y no lastimar a nadie. Esto implica también la posibilidad de que las personas que así lo deseen se organicen para participar en la vida política a través de los partidos o asociaciones de sociedad civil. La libertad así entendida es, al mismo tiempo, el ideal democrático y un valor que permite su existencia. Su objetivo también es dual, ya que protege a las personas en lo individual como a los grupos o asociaciones de personas, garantizando su autonomía. Sin  libertad y sin pluralismo e individualismo que protege, la democracia se convierte en una tiranía… y muere.

EN RESUMEN

  • Es imposible una democracia sin personas libres, que dicen lo que piensan, que se atreven cada día a defender sus ideales y que luchan por ellos. De ahí que la libertad sea una clave sustantiva para vivir en democracia.
  • La libertad de expresión, de opinión, de asociación, de circulación son propiedades básicas de una democracia saludable. 
  • El respeto a la pluralidad es indispensable para el funcionamiento de las democracias. Pero la expresión de las diferencias y diversidades solamente se puede dar en ciertos ambientes de tolerancia, apertura y aceptación, en donde las sociedades valoran y respetan la libertad de todas y todos.

¿PUEDE HABER DEMOCRACIA SIN IGUALDAD? LA DEMOCRACIA NECESITA DE TODOS Y TODAS

Otros valores que necesita la democracia son la igualdad y la inclusión. La igualdad es para todas y todos, es para que podamos convivir, participar y decidir conjuntamente sobre nuestro futuro. La igualdad se construye a partir del reconocimiento de que todas las personas, sin importar las posibles diferencias entre ellas, son igualmente valiosas como seres humanos, y merecen los mismos derechos, el mismo respeto y dignidad. 

La inclusión es un mecanismo que aplican los países democráticos para lograr la igualdad. Como ya vimos, las diferencias que existen entre las personas -como el género, la etnia, la edad, las condiciones socioeconómicas generan desigualdades de riqueza y estatus que dificultan a las personas desarrollarse, vivir la vida que eligen y participar en la sociedad. Para revertir esa situación las democracias apuestan por la inclusión, es decir, por la creación de las políticas públicas que permitan a todas las personas ser reconocidas y participar en todos los ámbitos de la vida de las sociedades.

EN RESUMEN

  • Sin igualdad, no hay democracia. Así como la libertad es fundamental, la igualdad es clave para que todos se sientan parte de esa democracia. 
  • La igualdad se construye a partir del reconocimiento de que todas las personas, sin importar las posibles diferencias entre ellas, son igualmente valiosas como seres humanos, y merecen los mismos derechos, el mismo respeto y dignidad.
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