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¿Por qué unas personas participan más que otras?

CIUDADANÍA Y PARTICIPACIÓN

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¿POR QUÉ UNAS PERSONAS PARTICIPAN MÁS QUE OTRAS?

¿Cuáles son las razones que explican que una persona participe en política? ¿Por qué unas personas participan más que otras? E incluso, ¿por qué unas personas participan más a nivel convencional -como votar- y otras prefieren protestar en las calles, mandar cartas a las autoridades o boicotear la compra de un producto?  Una de las explicaciones más comunes respecto a por qué la gente participa tiene que ver con la deprivación relativa. Te preguntarás ¿qué es ese sentimiento? La deprivación relativa es la diferencia entre lo que uno tiene y lo que cree que merece.

SABÍAS QUE…

El término deprivación relativa fue propuesto por psicólogos sociales a mediados de la década de 1960 para describir las razones que motivaron a que se hicieran diversas revueltas estudiantiles y movilizaciones por derechos en aquellos años y a todo un movimiento de crítica del sistema vigente y búsqueda de la ampliación de derechos. Nos referimos al Mayo del 68 francés y al Mayo del 68 argentino, el verano del amor, de Martin Luther King y su movimiento pacifista, a los Panteras Negras, las canciones de Bob Dylan, la crisis de los misiles de Cuba y, en general, el revisionismo del estilo de vida occidental por parte de una juventud contraculturalmente educada, ansiosa por producir un nuevo lenguaje y una manera nueva de ver las cosas.

Esa percepción es precisamente la que motiva a las personas a participar, involucrarse y tratar de cambiar las cosas. Es una motivación muy poderosa y que puede dar lugar a que un individuo decida participar y luchar por lo que cree que es justo. Para que una persona se mueva y participe, debe sentir privación respecto a ciertos bienes, capacidad o influencias. Esto depende de una serie de factores, entre ellos, de sus características individuales, de su nivel socioeconómico, de la conciencia colectiva, de los recursos que tiene a su disposición, entre otros (Sabucedo, 1997; D’Adamo, García Beaudoux y Montero, 1995). Veamos, pues, cómo todos estos elementos afectan a la participación.

EN RESUMEN

  • Los factores que afectan la participación política de las personas pueden ser muy variadas e ir desde sus características individuales, por la situación socioeconómica o cultura política, entre otros. 
  • La sensación de deprivación relativa -la diferencia entre lo que uno tiene y lo que uno cree que merece- es uno de los factores que determinan la participación. 

EL NIVEL SOCIOECONÓMICO Y LAS CARACTERÍSTICAS INDIVIDUALES DE LAS PERSONAS

Una hipótesis muy extendida es que la posición socioeconómica del individuo (SES) define su nivel de recursos e incide sobre sus valores y orientaciones políticas y éstas a su vez sobre su comportamiento. El SES se evalúa a partir de una serie de criterios tales como  nivel  de  ingreso,  prestigio  ocupacional,  percepción  de  pertenencia  a  una  clase,  entre  otros  (estando todas estas medidas estrechamente relacionadas). De esa manera, como ya lo hemos visto en otros Módulos de este #FaroDemocrático, las desigualdades sociales y las diferencias en  la estructura  social se reflejan en el nivel y tipo de participación política.

SABÍAS QUE…

En dos investigaciones transculturales, la de Barnes y Kaase (1979) y la Verba, Nie y Kim (1978) se presentan resultados que muestran que el grado de participación política es mayor en los hombres que en las mujeres. Tales hallazgos se verifican en prácticamente todos los países y en todos los segmentos de edad. Sin embargo, algunos estudios apuntan a que estas diferencias entre sexos se van reduciendo paulatinamente y conforme se incrementa la representación política de las mujeres.

Personas con menores recursos (adultos mayores, minorías étnicas o jóvenes) y personas con niveles muy reducidos de estudios e ingresos, que desempeñan trabajos no remunerados ni cualificados y con poco tiempo disponible son menos proclives a participar. Mientras que personas en la cúspide de la estructura social y que cuentan con más recursos son más participativas. Uno de los principales estudiosos de la participación política como Milbraith (1981) sostenía que la incidencia del estatus socioeconómico resulta mayor en las actividades no convencionales que en las convencionales, dado que los sujetos que se ubican en el estatus superior poseen las destrezas y conocimientos necesarios para las mismas. 

El nivel de estudio facilita habilidades cognitivas. Personas con mayores estudios tienen mayor capacidad de asimilar y procesar información política, interactuar en un grupo social, tomar decisiones y enfrentarse a los procesos participativos. Según Marsh y Kaase (1979), la educación incide positivamente tanto en la participación política convencional como en la no convencional. A su vez, cuanto más elevado sea el nivel educativo de los sujetos, mayor es la posibilidad de que éstos se vinculen a actuaciones políticas no convencionales. Asimismo, la educación no sólo ejerce una influencia directa sobre el voto, sino que también y de modo indirecto, está determinando el grado de incidencia de otros factores (ocupación, nivel de ingresos) sobre esa conducta.

El nivel de ingresos es una fuente de recursos porque la satisfacción de las necesidades básicas permite dedicar más atención a los asuntos políticos. Personas con mayores niveles de ingreso tienen mayor facilidad para dedicarse a las cosas de la política. La ocupación es también un componente del estatus socioeconómico, ya que refleja la posición social del individuo y el tipo de contexto social en el que se sitúa. Un mayor estatus socioeconómico (SES) reduce el coste de participar, genera actitudes y valores favorables a la participación: sentimientos de eficacia, compromiso, deber cívico, interés por la política (Anduiza y Bosch, 2004).

La edad también influye en la participación política. Las personas adultas y mayores tienden a participar más que las jóvenes. Esto obedece a la experiencia de vida, los efectos de socialización, una mayor preocupación por el futuro y el reconocimiento de la importancia e influencia de la acción individual y colectiva sobre la sociedad (Anduiza y Bosch, 2004). Un buen número de estudios han demostrado que las personas jóvenes están más desapegadas de la política y que muestran un menor compromiso con los asuntos públicos (Delli Carpini, 2000; Phelps, 2004). Sin embargo, esta tendencia ha cambiado con la llegada de internet. Las personas más jóvenes, que antes se sentían poco atraídas por las actividades tradicionales de participación están encontrando en las redes sociales nuevas vías para expresarse políticamente (Bakker y De Vreese, 2011).

LAS MUJERES, EL ESTADO Y EL FEMINISMO

Marcela Lagarde. 19 de marzo de 2019. 2’31’’.

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En cuanto al género, la exclusión tradicional de las mujeres de la vida pública ha desincentivado su participación, que, por tanto, suele ser baja en sociedades desiguales (Vidal Correa, 2015). Una serie de obstáculos estructurales dificultan las oportunidades de participar de las mujeres en la política: techos de cristal, techos de cemento, suelos pegajosos, techos de billetes, cobertura  mediática  sexista

SABÍAS QUE…

La Cámara Baja de los Poderes Legislativos de América Latina pasaron del 9 por ciento el número de mujeres diputadas en 1990 a un casi 30 por ciento en 2019, según los datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Este incremento significativo fue resultado de las reformas orientadas a mejorar la participación y representación política de las mujeres en las instituciones públicas. En ese sentido, destacan Costa Rica (2009), Ecuador (2009), Bolivia (2009/2010), Nicaragua (2012), México (2014) Honduras (2016), Panamá (2007) y Argentina (2017) que son los que ya han aprobado medidas orientadas a la paridad de géneros en el registro de candidaturas. 

y sesgos de género en el voto del electorado. Cada vez más se sostiene que son los factores socioculturales (Lovenduski, 2005) o las  “desigualdades sociales que implican las distintas clases de poder que las sociedades han atribuido a las diferencias sexuales y las formas jerárquicas que han impuesto a las relaciones humanas” (Peña, 2004: 13), ya sea relacionados con la educación, la independencia económica o la cultura política, las que explican las barreras que enfrentan las mujeres cuando quieren participar en política. 

A pesar de todas estas limitantes, en los países que han avanzado hacia la igualdad y construcción de una democracia paritaria, la participación convencional de las mujeres se ha incrementado de manera importante en las últimas décadas gracias a la aprobación de medidas de acción afirmativa (como las cuotas de género) y/o la inclusión de la paridad de género como principio rector de la convivencia democrática (Gilas, 2014). Los países democráticos aprobaron reglas institucionales para favorecer el acceso de las mujeres a las candidaturas a los cargos de representación popular. Esas medidas permitieron el incremento en el número de mujeres electas, al obligar a los partidos políticos a colocarlas en mayor proporción y en mejores posiciones de las listas de candidaturas (Freidenberg, 2020).

México, al igual que otros países de la región, avanzó en el reconocimiento de la igualdad de género para aprobar la paridad como un principio para la elección y/o integración de ciertos órganos públicos. La paridad implica, por un lado, que las postulaciones a los cargos de representación (como diputaciones federales y locales, las senadurías y los ayuntamientos) deben ser ocupadas en la misma proporción (el 50 por ciento) por las mujeres y los hombres. Por el otro lado, la paridad exige que ciertos órganos del Estado queden integrados con el mismo número de mujeres y hombres (por ejemplo, el gabinete o los órganos directivos del INE o del INAI). Esto último es lo que supone la “paridad en todo”.

En cuanto al género, la exclusión tradicional de las mujeres de la vida pública ha desincentivado su participación, que, por tanto, suele ser baja en sociedades desiguales (Vidal Correa, 2015). Una serie de obstáculos estructurales dificultan las oportunidades de participar de las mujeres en la política: techos de cristal, techos de cemento, suelos pegajosos, techos de billetes, cobertura  mediática sexista y sesgos de género en el voto del electorado. Cada vez más se sostiene que son los factores socioculturales (Lovenduski, 2005) o las  “desigualdades sociales que implican las distintas clases de poder que las sociedades han atribuido a las diferencias sexuales y las formas jerárquicas que han impuesto a las relaciones humanas” (Peña, 2004: 13), ya sea relacionados con la educación, la independencia económica o la cultura política, las que explican las barreras que enfrentan las mujeres cuando quieren participar en política.

SABÍAS QUE…

La Cámara Baja de los Poderes Legislativos de América Latina pasaron del 9 por ciento el número de mujeres diputadas en 1990 a un casi 30 por ciento en 2019, según los datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Este incremento significativo fue resultado de las reformas orientadas a mejorar la participación y representación política de las mujeres en las instituciones públicas. En ese sentido, destacan Costa Rica (2009), Ecuador (2009), Bolivia (2009/2010), Nicaragua (2012), México (2014) Honduras (2016), Panamá (2007) y Argentina (2017) que son los que ya han aprobado medidas orientadas a la paridad de géneros en el registro de candidaturas. 

A pesar de todas estas limitantes, en los países que han avanzado hacia la igualdad y construcción de una democracia paritaria, la participación convencional de las mujeres se ha incrementado de manera importante en las últimas décadas gracias a la aprobación de medidas de acción afirmativa (como las cuotas de género) y/o la inclusión de la paridad de género como principio rector de la convivencia democrática (Gilas, 2014). Los países democráticos aprobaron reglas institucionales para favorecer el acceso de las mujeres a las candidaturas a los cargos de representación popular. Esas medidas permitieron el incremento en el número de mujeres electas, al obligar a los partidos políticos a colocarlas en mayor proporción y en mejores posiciones de las listas de candidaturas (Freidenberg, 2020).

México, al igual que otros países de la región, avanzó en el reconocimiento de la igualdad de género para aprobar la paridad como un principio para la elección y/o integración de ciertos órganos públicos. La paridad implica, por un lado, que las postulaciones a los cargos de representación (como diputaciones federales y locales, las senadurías y los ayuntamientos) deben ser ocupadas en la misma proporción (el 50 por ciento) por las mujeres y los hombres. Por el otro lado, la paridad exige que ciertos órganos del Estado queden integrados con el mismo número de mujeres y hombres (por ejemplo, el gabinete o los órganos directivos del INE o del INAI). Esto último es lo que supone la “paridad en todo”.

Por supuesto, lograr estos avances no ha sido fácil. A medida que las cuotas y las reglas de paridad de género han modificado las reglas formales (las leyes) que rigen la selección de candidaturas y las dinámicas internas de los partidos, los dirigentes han desarrollado prácticas informales para preservar las candidaturas para los hombres. No puedes imaginar la cantidad de cosas que han hecho los partidos para evitar que las mujeres militantes y capaces puedan ejercer sus derechos políticos-electorales. Las mujeres han tenido que enfrentar resistencias muy fuertes cuando han buscado una candidatura; cuando hicieron campañas electorales o cuando han querido gobernar. De ahí que las élites femeninas de los partidos y de la sociedad civil construyen redes formales pero también redes informales que, en colaboración con los funcionarios y los jueces electorales, buscan eliminar las prácticas de resistencia de los partidos a que ellas se postulen y a las diversas manifestaciones de la violencia política en razón de género.  

VIOLENCIA POLÍTICA EN MÉXICO POR RAZÓN DE GÉNERO

Flavia Freidenberg. Cápsula Jurídicas Opina. IIJ-UNAM. 7 de diciembre de 2017. 4’54’’.

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EN RESUMEN

  • La participación política está influida por el nivel socioeconómico de las personas. 
  • Las personas adultas con mayor nivel educativo y mayor nivel de ingresos tienden a participar más que otras. 
  • Los hombres participan más que las mujeres en términos convencionales, en particular, porque las mujeres enfrentan obstáculos estructurales que dificultan su participación. 

DESARROLLO, MODERNIZACIÓN Y CAMBIO

Otra hipótesis tiene que ver con el desarrollo económico. El análisis que se lleva a cabo a nivel individual, tiene su correlato a nivel social con la teoría de la modernización. Esto es, un proceso de cambio sistémico con componentes tecnológicos, económicos y sociales, a través del cual las sociedades se transforman de rurales a industriales y posteriormente en postindustriales. El desarrollo económico altera la estructura social de una nación. A medida que las naciones se desarrollan económicamente se producen tres cambios: aumenta el tamaño relativo de las clases medias y altas, aumenta el número de ciudadanos y ciudadanas que se concentran en las áreas urbanas y, finalmente, la densidad y la complejidad de las organizaciones económicas y secundarias aumenta (Nie, Powell y Prewitt, 1969).

Estos cambios tienen un efecto en la multiplicación y diversificación de los grupos sociales y, con ello, en el incremento de la participación política porque los nuevos grupos buscarán mecanismos para proteger o realizar sus intereses y se verán obligados a involucrarse en la vida política de la sociedad. Con ello, nuevos actores se incorporan a la vida política y más ciudadanas y ciudadanos deciden participar. 

Los cambios sociales implican cambios políticos. Además de la creciente pluralidad de intereses, cuanto mayores sean los niveles de desarrollo económico, mayores serán los niveles de información política, conciencia política, eficacia política y otras actitudes relevantes para el involucramiento político de las personas. Estos cambios en actitudes conducen a un incremento de la participación política: las personas que entienden mejor de qué se trata la política y qué mecanismos son más efectivos para lograr sus intereses, que tienen una mayor conciencia política y disponen de herramientas para aprovechar los recursos y mecanismos institucionales, son más propensos a participar (Anduiza y Bosch, 2004: 48). 

TEORÍA DE LA MODERNIZACIÓN Y LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA

NIVEL ECONÓMICO

Desarrollo económico

NIVEL SOCIAL

Cambios en las pautas de grupos, estratificación y urbanización

NIVEL POLÍTICO

Cambios en la distribución de actitudes y cogniciones

INCREMENTOS EN LOS NIVELES DE PARTICIPACIÓN

Fuente: Anduiza y Bosch (2004: 48-49).

EN RESUMEN

  • Los procesos de modernización (cambios sociales surgidos a partir de la industrialización y postindustrialización) cambiaron la manera en la que las personas participan en la política.
  • Los cambios sociales generan cambios políticos. 
  • El desarrollo económico fomenta la participación, ya que las sociedades más complejas expresan mayor diversidad de intereses y conflictos que necesitan ser resueltos por la vía de la política. 

LAS ACTITUDES Y LOS VALORES POLÍTICOS

Un tercer conjunto de explicaciones tiene que ver con las actitudes y valores políticos.  Hay diferentes clases de actitudes, como hemos visto en el Módulo 1, y pueden ser actitudes cognitivas, actitudes afectivas y actitudes valorativas. Las actitudes se diferencian además en función del nivel de implicación en la política, del nivel de politización y en relación al nivel de satisfacción con el mundo político que nos rodea.

  • Respecto a las actitudes que pueden denotar algún tipo de compromiso con la política por parte del individuo o, por el contrario, sentimientos de apatía, indiferencia y alienación respecto a la misma, encontramos las siguientes:
  1. Interés en la política es uno de los indicadores más utilizados para medir el grado de implicación política. Puede medirse directamente preguntando a los entrevistados cuál es el grado de interés en la política o bien de manera más precisa a través de distintos indicadores como la frecuencia de las conversaciones sobre cuestiones políticas, o por el conocimiento de instituciones y líderes políticos. La idea es que cuanto mayor interés tenga una persona en lo que ocurre mayores serán las posibilidades de participación política.
  2. Eficacia política hace referencia a la percepción del individuo de que es capaz de influir en el sistema político a través de sus acciones. Tiene dos componentes: interna y externa:
    1. la eficacia interna se refiere a las habilidades que el individuo reconoce en sí mismo como actor político, su autopercepción respecto de lo que es capaz de hacer en la vida política (también conocida como competencia cívica);
    2. la eficacia externa se refiere a la percepción que uno tiene respecto a cuán sensible es el sistema político a sus demandas (Sabucedo, 1997: 100).
  • Respecto a las actitudes que denotan politización, es decir, el posicionamiento o identificación del individuo en relación con las cuestiones conflictivas existentes en una sociedad; encontramos diferentes actitudes como:
  1. Identidades políticas (ideológicas o partidistas) puede tener una intensidad variable y llevarse a cabo sobre conflictos y cuestiones diferentes en cada país.
  2. Sentimiento de identificación con un partido político es la actitud más importante a la hora de explicar el comportamiento electoral
  3. Autoubicación ideológica en la escala izquierda–derecha también es usada como indicador de politización y orientación política.
  • Respecto a las actitudes relativas a la satisfacción o insatisfacción de la ciudadanía con la realidad política que le rodea. El hecho de que un ciudadano o una ciudadana sienta una mayor satisfacción respecto al rendimiento del gobierno, de las instituciones o una mayor confianza sobre los políticos, reducirá las probabilidades de que utilice medios no convencionales y/o estrategias violentas de acción política.

La hipótesis sostiene que cuando las personas se interesan por la política (interés por la política), se consideran competentes para participar (eficacia interna), perciben que el sistema político es accesible (eficacia externa) o se sienten cercanas a algún partido (identificación política), su probabilidad de participar políticamente se incrementa.

EL MODELO DE LAS ACTITUDES POLÍTICAS SEGÚN CAMPBELL

Fuente: Anduiza y Bosch (2004: 50).

EN RESUMEN

  • Las actitudes se diferencian en función del nivel de implicación en la política, el nivel de politización y en relación al nivel de satisfacción con el mundo político que le rodea. 
  • Cuando las personas tienen interés en la política, se consideran competentes para participar en ella y sienten cercanía con un partido político, su probabilidad de participar se incrementa. 

LOS RECURSOS DEL GRUPO

Otro tipo de explicación tiene que ver con los recursos que uno tenga. Los contactos con amigos, colegas, familiares, personas con intereses compartidos, las organizaciones y asociaciones de distinta naturaleza tienen un papel movilizador importante. Los individuos no viven solos sino que están sujetos a la influencia de su entorno. La movilización política es el proceso a través del cual instituciones, organizaciones o personas inducen a los individuos a participar políticamente. 

El involucramiento en grupos, organizaciones sociales y políticas (tales como asociaciones deportivas, culturales, religiosas, juveniles, de vecinos, de consumidores, padres y madres, colegios profesionales, grupos de mujeres, partidos, sindicatos, movimientos sociales y organizaciones solidarias) puede favorecer la participación política a través de distintos mecanismos que en ocasiones se llaman recursos de grupos. Desde esta visión, la participación política es una reacción al estímulo que le genera el entorno (más que el resultado de actitudes individuales), en particular, las organizaciones. 

¿Por qué es importante participar en esos grupos? La participación en asociaciones contribuye al desarrollo de habilidades sociales, es decir, permite a las personas entrenarse para la participación política. Cuando entramos en contacto con organizaciones o asociaciones de cualquier tipo nos exponemos a un número mayor de contactos personales y, por lo tanto, también a mayores flujos de información de todo tipo. Así, junto a nuestros colegas, aprendemos diversas maneras de participar y vamos adquiriendo conciencia de los efectos de nuestros actos sobre la política y el sistema político. 

RECURSOS DE GRUPO, MOVILIZACIÓN Y PARTICIPACIÓN

Fuente: Anduiza y Bosch (2004: 53).

EN RESUMEN

  • La movilización política es el proceso a través del cual instituciones, organizaciones o personas inducen a los individuos a participar políticamente.
  • La participación en asociaciones diversas contribuye al desarrollo de habilidades sociales. 
  • Las organizaciones o asociaciones de cualquier tipo pueden movilizar a sus miembros para que éstos participen políticamente.

EL CONTEXTO INSTITUCIONAL Y POLÍTICO

Un último tipo de explicaciones tiene que ver con el contexto institucional y político. Las instituciones pueden ser definidas como reglas formales e informales que marcan pautas de comportamiento en los individuos y en los grupos. Las instituciones pueden incentivar o desincentivar la participación política, de la misma manera que una coyuntura política particular puede generar una activación de la participación ciudadana.

Las estructuras de oportunidades políticas son las características del entorno político que proporcionan incentivos para que la gente participe en acciones colectivas afectando a sus expectativas de éxito o fracaso (Tarrow, 1997). La participación política se intensifica cuando se abre una estructura de oportunidades, es decir, cuando se abren los canales de acceso a los ámbitos de toma de decisiones que permiten esperar que la protesta (u otro tipo de acción) obtenga resultados. 

En otras palabras, cuando existen los canales institucionales que permiten a los grupos ciudadanos expresar sus intereses, cuando existen aliados de la causa en la estructura del gobierno y/o de la administración que permitan lograr influencia en las decisiones públicas, la participación política cobra sentido. Dependiendo de la situación, de la existencia y el grado de apertura de los mecanismos institucionales, la acción que tome la ciudadanía puede ir desde los mecanismos convencionales (consultas, foros públicos, campañas cívicas, entre otros) hasta los no convencionales (protestas, huelgas, boicots o similares). 

La coyuntura política puede ser decisiva para la activación de la participación social, tanto convencional (incluyendo la electoral) como no convencional. En términos generales, las personas se activan cuando consideran que su participación y su voz son indispensables para lograr (o evitar) el cambio, cuando consideran que las cosas van mal. Así, ciertos sectores pueden incrementar su participación electoral cuando consideran que la reelección del gobierno en turno no es conveniente. Otros pueden iniciar o sumarse a las protestas ante las decisiones públicas que afectan su bienestar o sus derechos. 

Este tipo de actividades se van a presentar solamente cuando las personas perciben que el éxito es probable o, por lo menos, posible (por ejemplo, las elecciones son libres y democráticas, por lo que existe la posibilidad de que el partido en el gobierno pierda; la decisión de subir el precio de pasajes o de gasolina no tiene legitimidad social, por lo que es probable que el gobierno ceda ante la presión). Cuando la ciudadanía sabe que su participación no tendrá posibilidades de éxito (por ejemplo, en un sistema no democrático, con alto nivel de control gubernamental, como el que hay en China) optarán por no ejercer acción alguna o, en esos casos, sabrán que hay altas posibilidades de represión contra quienes participen. De ahí que el entorno donde una persona busca participar sea importante en la elección de la clase de actividad que elegirá para ejercer su voz o su presión.

EN RESUMEN

  • Las características del entorno (instituciones y coyuntura política) determinan las estrategias de participación de la ciudadanía. 
  • Cuando las personas sienten que la estructura de oportunidades políticas no les es favorable, evitarán involucrarse en las actividades políticas. Por el contrario, una estructura de oportunidades favorable, hará que la gente participe más.
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